Donde cuenta la decisión que un día tomó
Aquí cambio de verso por hacer más diverso
y ameno este relato
y porque hablar contino al modo alejandrino,
como hablaba el Beato,
sin que el verso se rompa, con tamaño aire y pompa
me estaba dando flato;
si el cambio no rechazas, lector, te doy las gracias,
en nipón: “arigato”
(y es que en lo sucesivo tengo como objetivo,
por ser más trascendente,
emplearme en la rima con términos de China
y del Lejano Oriente).
Es nota aclaratoria. Prosigo con la historia
que corté anteriormente.
Pese a todo, las pegas que me ponía el colega
me servían de aliciente,
e inmune al desaliento persistía en mi intento
de depurar el karma
para el día de mañana alcanzar el nirvana
o convertirme en mahatma;
pasar luego la raya, tras el velo de maya,
y liberando mi alma
alcanzar el plano átmico por el camino óctuplo
y luego, con más calma,
entrar en el plano chan, andar en busca del chi,
sin que lo disperse el feng,
sino que antes con el shui, y el consumo de gin-seng
conjuntar el yang y el yin,
e interpretando el pa-kua, aunque me digan pink floyd,
insistir en el taichi
y en la práctica del zen, hasta llegar al final
como me llamo Joaquín.
Pero además de emplear la filosofía oriental
en pos del Conocimiento;
también me sería muy práctica la llamada Teoría Cuántica
que explicaré otro momento.
Esta teoría ha demostrado, y no sobre un encerado,
sino con experimentos,
que tomando dos protones, de esos que hay a quintillones
formando cada elemento,
protones que hayan tenido —aquí hay que ser comedidos—
una cierta intimidad,
si luego se les disjunta y cada uno a la otra punta,
se envía, sin posibilidad
de que entre sí se conecten, informen o complementen
y —hete aquí la novedad—
se modifica su estado, uno observa, fascinado,
que actúan como una unidad.
Si a uno se le propulsa, el otro, a quien nadie impulsa,
efectúa la misma acción;
si se gira a la derecha, el otro, como una flecha,
varía igual su dirección
si se acelera su ritmo, el otro, por mimetismo,
sufre una aceleración:
y si a éste se le detiene, aquél, aunque raudo viene,
frena también.
Conclusión:
Hay algo desconocido que escapa a nuestros sentidos
por su inmensa magnitud;
como mucho es intuido, a lo sumo percibido
por chamanes o gurús:
es una forma energética más fuerte que la magnética
y más veloz que la luz,
mantiene todo imantado, entre sí interconectado
(como la tecnología Bluetooth).
Es un aliento, un ánima, la Voz sobre las aguas
a nuestro alrededor;
tiene sus polos + - y en el lado de los buenos
actúa de catalizador:
agrupa a los virtuosos y hace que, suave, meloso,
sople el hado a su favor.
Esa energía ubicua, poderosa y propincua
en fin, se llama Amor
y, de acuerdo a sus premisas, basta una simple sonrisa
para que el mundo sea mejor.
Una vez dicho esto, dejo el verso compuesto
y vuelvo al arte mayor.
Inflamado en esta fe, / decidí, desde ese instante,
conducirme en mis acciones / con positivo talante,
mostrar en todo momento / mi más risueño semblante
y recubrir con mi afecto / a cualesquier semejante.
Me convertiría, en resumen, / en heraldo del Amor,
emisario del consenso, / siempre pacificador,
arquitecto, ingeniero, / albañil y armador,
y estaría en todo momento / de buen rollo y buen humor.
domingo, 16 de noviembre de 2008
viernes, 31 de octubre de 2008
Capítulo segundo
Donde pone sus ideas en claro con ayuda de un compañero
Las noches de turbio en turbio, / de claro en claro los días
los pasaba yo abstraído / en estas filosofías
y de proverbios que muestran / sintonías y armonías,
indios, árabes y chinos / tenía tres estanterías.
La conclusión que saqué / de tan espeso potaje
es que, en lo espiritual, / se avecina una New Age,
lo místico poco a poco / va dominando el paisaje,
las viejas creencias vuelven / tras un largo reciclaje.
Y en la cúspide de este / reconstruido edificio,
del nuevo templo ocupando / todo su ancho frontispicio,
como un mantra que se masca / en monótono ejercicio
hasta formar una masa / como el bolo alimenticio,
está la palabra Amor, / en todas sus variedades:
el Amor por las personas / y todos los animales,
los insectos, los microbios, / las plantas, los minerales,
el jefe, los compañeros, / los enlaces sindicales…
Para el tiempo en que ingería / esta enseñanza espiritual
estudiaba yo F.P. / (Formación Profesional)
en un IES de grado medio / (o sea, no elemental)
un módulo de T y S / (tecnologías y tal).
Tenía yo un colega, / por Pablo respondía,
de sobrenombre “el Causas”, / por tantas que tenía,
icono de estudiantes / por su veteranía;
en la época que cuento / exultaba de alegría:
un decreto del Gobierno / le venía a redimir,
¡con cuatro suspensos ya / no tendría que repetir!;
treinta y seis años estaba / a puntito de cumplir,
delante de sí se abría / un brillante porvenir.
Con él compartía mis dudas / sobre la organización
del Cosmos, sobre el sentido / último de la Creación,
sobre el papel del hombre / y sobre la imprevisión
de que no hubieran dispuesto / hojas de reclamación.
—Porque ¿tú crees que es normal / —me solía refutar—,
si, como dices, vivimos / en un perpetuo empezar,
si nuestra energía, al fin, / no se puede extenuar
sino que en forma distinta / se acaba por reencarnar,
tú crees que es normal, insisto, / que antes de corporeizados
exista tabula rasa / y seamos reseteados?
¡Cuanto más ahorro de tiempo / sería nacer ya formados!
Esto, a un Divino Estratega, / no se le habría escapado.
Porque es bastante cansino, / ¿acaso tú no lo crees?,
en cada nuevo avatar / tener que aprender inglés,
¡otra vez a la academia / a comenzar desde el “yes”!
A no ser que nazca uno / en un país de la Commonwealth.
—Acaso —le respondí— / obra así la Divinidad,
ya sea el Dios o la Diosa, / o ambos (por paridad),
para concedernos una / segunda oportunidad
(o tercera, o cuarta, o quinta) / de vivir con probidad,
de surgir a la existencia / liberados del sinfín
de complejos y de traumas, / sin prejuicio alguno, sin
residuos de nuestra antigua / vida y su herencia ruin.
A lo que respondió Pablo: / “Ah, bueno, pues si es asín…”
(Pese a todo era muy bruto / mi colega de instituto.)
Las noches de turbio en turbio, / de claro en claro los días
los pasaba yo abstraído / en estas filosofías
y de proverbios que muestran / sintonías y armonías,
indios, árabes y chinos / tenía tres estanterías.
La conclusión que saqué / de tan espeso potaje
es que, en lo espiritual, / se avecina una New Age,
lo místico poco a poco / va dominando el paisaje,
las viejas creencias vuelven / tras un largo reciclaje.
Y en la cúspide de este / reconstruido edificio,
del nuevo templo ocupando / todo su ancho frontispicio,
como un mantra que se masca / en monótono ejercicio
hasta formar una masa / como el bolo alimenticio,
está la palabra Amor, / en todas sus variedades:
el Amor por las personas / y todos los animales,
los insectos, los microbios, / las plantas, los minerales,
el jefe, los compañeros, / los enlaces sindicales…
Para el tiempo en que ingería / esta enseñanza espiritual
estudiaba yo F.P. / (Formación Profesional)
en un IES de grado medio / (o sea, no elemental)
un módulo de T y S / (tecnologías y tal).
Tenía yo un colega, / por Pablo respondía,
de sobrenombre “el Causas”, / por tantas que tenía,
icono de estudiantes / por su veteranía;
en la época que cuento / exultaba de alegría:
un decreto del Gobierno / le venía a redimir,
¡con cuatro suspensos ya / no tendría que repetir!;
treinta y seis años estaba / a puntito de cumplir,
delante de sí se abría / un brillante porvenir.
Con él compartía mis dudas / sobre la organización
del Cosmos, sobre el sentido / último de la Creación,
sobre el papel del hombre / y sobre la imprevisión
de que no hubieran dispuesto / hojas de reclamación.
—Porque ¿tú crees que es normal / —me solía refutar—,
si, como dices, vivimos / en un perpetuo empezar,
si nuestra energía, al fin, / no se puede extenuar
sino que en forma distinta / se acaba por reencarnar,
tú crees que es normal, insisto, / que antes de corporeizados
exista tabula rasa / y seamos reseteados?
¡Cuanto más ahorro de tiempo / sería nacer ya formados!
Esto, a un Divino Estratega, / no se le habría escapado.
Porque es bastante cansino, / ¿acaso tú no lo crees?,
en cada nuevo avatar / tener que aprender inglés,
¡otra vez a la academia / a comenzar desde el “yes”!
A no ser que nazca uno / en un país de la Commonwealth.
—Acaso —le respondí— / obra así la Divinidad,
ya sea el Dios o la Diosa, / o ambos (por paridad),
para concedernos una / segunda oportunidad
(o tercera, o cuarta, o quinta) / de vivir con probidad,
de surgir a la existencia / liberados del sinfín
de complejos y de traumas, / sin prejuicio alguno, sin
residuos de nuestra antigua / vida y su herencia ruin.
A lo que respondió Pablo: / “Ah, bueno, pues si es asín…”
(Pese a todo era muy bruto / mi colega de instituto.)
domingo, 19 de octubre de 2008
Capítulo primero
Aquí narra su formación intelectual y la magnífica Verdad a la que tuvo acceso
Me enseñaron de pequeño / que el orden es primordial;
si hay que contar una historia: / del principio hacia el final;
y aunque el Tiempo, por lo visto, / sea cíclico y no lineal,
voy a narrar, sin embargo, / al modo tradicional.
Empiezo por el Principio, / y nunca más apropiado:
hay… no sé cómo decirlo / sin que suene exagerado...
una Fuerza Inenarrable / que el Universo ha creado;
y en todas las criaturas / ha influido (o influenciado).
Todos los átomos vibran / en una misma frecuencia
(hay quien dice que la alfa) / y esto es así a consecuencia
de contar, sin excepciones, / con la misma procedencia;
y esa cosa de vibrar / les queda en reminiscencia.
Todo cuanto existe se halla / en total hermanamiento,
de lo grande a lo pequeño. / Cuanto hay bajo el firmamento
interactúa entre sí, / y nada se encuentra exento;
tú también, lector, no dejas / de ser un simple elemento.
Al encontrarse la vida / en tal interconexión
cualquier acto que se haga / tiene su repercusión;
la vida es una constante / diatriba acción-reacción.
Lo cual, aunque caos parezca, / tiene una motivación.
Es palabra de sabio / y lo dijo Coelho,
con un tono profundo / que da cierta canguelo,
que las cosas terrestres / y las cosas del Cielo,
obedecen a un plan / que eclipsa a Maquiavelo:
el Cosmos se organiza / conforme a una energía
que mueve los planetas / y marca el día a día,
por supuesto dispone / la meteorología
ajusta tu fortuna / y aun tu psicología.
Hay una Providencia / que regula tu suerte
y concatena todo / para favorecerte
o para perjudicarte. / Nada es por accidente.
Hay un Plan, en resumen, / Divino de la muerte.
Todo cuanto nos sucede / cumple con un cometido;
hasta lo más nimio guarda / su razón y su sentido;
si uno en la ruleta juega / su sueldo, y el sueldo es ido,
no es mala suerte, es señal / que para el curro ha nacido.
No sentían el designio / los griegos con tanta unción
como en estos nuestros tiempos / de la globalización;
escrita está en las estrellas / toda nuestra condición;
por constar, consta hasta nuestra / base de cotización;
y todos los Accidentes / que nos puedan Afectar
una Mano en el Gran Libro / se Encargó de Consignar
(dicho sea todo en versales, / para mejor resaltar
la importancia de este Ente / que Coordina nuestro Azar).
Castaneda, Krishnamurti, / y el de la perilla cana,
en sus libros nos enseñan / cómo esta energía mana,
fluye, corre, se disgrega, / hay veces que se empantana;
no se crea ni se destruye: / se aplica tarifa plana.
Algunos, sin embargo, / de mente prodigiosa,
son capaces como el / que no quiere la cosa
de conectar con dicha / energía nebulosa
y disfrutar de una / experiencia religiosa:
sentados en el suelo, / en grácil posición
(la postura del loto), / todos diciendo: “ohmmm”,
de pronto sufren tal que / una transverberación
que les deja contentos, / salvo alguna excepción.
Dicen que, en tales casos, / estos iluminados
(rodeados por un aura, / cual los santos pintados,
símbolo de energía / y de poder desatados)
ascienden de dimensiones, / de pronto, unos cuantos grados
y se hallan entonces, voila, / en franca disposición
de dirigir la energía / a plena satisfacción.
variar el albur, trocar / la suerte en la dirección
que más les convenga. En suma, / lo que es adaptar el guión.
Para obrar de esta manera / hay que estar muy preparado;
uno piensa, por ejemplo, / que ya es un iluminado
que interviene en el azar, / que lo tiene controlado,
juega, pues, a la ruleta / su sueldo, el sueldo es marchado…
Todo cuanto ocurre, en suma, / responde a una Idea Suprema
que los hechos organiza / en virtud de cierto esquema,
lo cual, oh asalariado / de impaciencia ya extrema,
no digo sea bueno o malo, / sólo digo: así está el tema.
¡Y cuán cierto es, y ya acabo, / lo que afirma el brasileño:
que si alguien pretende algo / y pone todo su empeño
el mundo se confabula / para que cumpla su sueño!,
porque era leer estas cosas / y caer luego como un leño.
Me enseñaron de pequeño / que el orden es primordial;
si hay que contar una historia: / del principio hacia el final;
y aunque el Tiempo, por lo visto, / sea cíclico y no lineal,
voy a narrar, sin embargo, / al modo tradicional.
Empiezo por el Principio, / y nunca más apropiado:
hay… no sé cómo decirlo / sin que suene exagerado...
una Fuerza Inenarrable / que el Universo ha creado;
y en todas las criaturas / ha influido (o influenciado).
Todos los átomos vibran / en una misma frecuencia
(hay quien dice que la alfa) / y esto es así a consecuencia
de contar, sin excepciones, / con la misma procedencia;
y esa cosa de vibrar / les queda en reminiscencia.
Todo cuanto existe se halla / en total hermanamiento,
de lo grande a lo pequeño. / Cuanto hay bajo el firmamento
interactúa entre sí, / y nada se encuentra exento;
tú también, lector, no dejas / de ser un simple elemento.
Al encontrarse la vida / en tal interconexión
cualquier acto que se haga / tiene su repercusión;
la vida es una constante / diatriba acción-reacción.
Lo cual, aunque caos parezca, / tiene una motivación.
Es palabra de sabio / y lo dijo Coelho,
con un tono profundo / que da cierta canguelo,
que las cosas terrestres / y las cosas del Cielo,
obedecen a un plan / que eclipsa a Maquiavelo:
el Cosmos se organiza / conforme a una energía
que mueve los planetas / y marca el día a día,
por supuesto dispone / la meteorología
ajusta tu fortuna / y aun tu psicología.
Hay una Providencia / que regula tu suerte
y concatena todo / para favorecerte
o para perjudicarte. / Nada es por accidente.
Hay un Plan, en resumen, / Divino de la muerte.
Todo cuanto nos sucede / cumple con un cometido;
hasta lo más nimio guarda / su razón y su sentido;
si uno en la ruleta juega / su sueldo, y el sueldo es ido,
no es mala suerte, es señal / que para el curro ha nacido.
No sentían el designio / los griegos con tanta unción
como en estos nuestros tiempos / de la globalización;
escrita está en las estrellas / toda nuestra condición;
por constar, consta hasta nuestra / base de cotización;
y todos los Accidentes / que nos puedan Afectar
una Mano en el Gran Libro / se Encargó de Consignar
(dicho sea todo en versales, / para mejor resaltar
la importancia de este Ente / que Coordina nuestro Azar).
Castaneda, Krishnamurti, / y el de la perilla cana,
en sus libros nos enseñan / cómo esta energía mana,
fluye, corre, se disgrega, / hay veces que se empantana;
no se crea ni se destruye: / se aplica tarifa plana.
Algunos, sin embargo, / de mente prodigiosa,
son capaces como el / que no quiere la cosa
de conectar con dicha / energía nebulosa
y disfrutar de una / experiencia religiosa:
sentados en el suelo, / en grácil posición
(la postura del loto), / todos diciendo: “ohmmm”,
de pronto sufren tal que / una transverberación
que les deja contentos, / salvo alguna excepción.
Dicen que, en tales casos, / estos iluminados
(rodeados por un aura, / cual los santos pintados,
símbolo de energía / y de poder desatados)
ascienden de dimensiones, / de pronto, unos cuantos grados
y se hallan entonces, voila, / en franca disposición
de dirigir la energía / a plena satisfacción.
variar el albur, trocar / la suerte en la dirección
que más les convenga. En suma, / lo que es adaptar el guión.
Para obrar de esta manera / hay que estar muy preparado;
uno piensa, por ejemplo, / que ya es un iluminado
que interviene en el azar, / que lo tiene controlado,
juega, pues, a la ruleta / su sueldo, el sueldo es marchado…
Todo cuanto ocurre, en suma, / responde a una Idea Suprema
que los hechos organiza / en virtud de cierto esquema,
lo cual, oh asalariado / de impaciencia ya extrema,
no digo sea bueno o malo, / sólo digo: así está el tema.
¡Y cuán cierto es, y ya acabo, / lo que afirma el brasileño:
que si alguien pretende algo / y pone todo su empeño
el mundo se confabula / para que cumpla su sueño!,
porque era leer estas cosas / y caer luego como un leño.
Introducción
El anónimo vate presenta el texto, pide disculpas previas por su estilo tosco y concluye con un llamamiento universal
Espero, amigo lector, / resulte de tu agrado
este pequeño texto / con que te has tropezado,
por uno de tu tiempo / mal compuesto y rimado
y subido a la Web / para ser descargado.
Si te parece antiguo, / es lo que pretendía.
pues guieme de esos otros, / maestros de clerecía,
que así como yo escribo / el de Hita lo hacía;
con otras expresiones, / pero en cuaderna vía
—que, lector, te recuerdo, / no lo tomes a mal,
es un modelo arcaico, / casi diría ancestral,
de rimar en cuartetos / consonante y vocal
y hemistiquios de siete / sílabas en cada cual;
pero aunque este tenor / debiera ser constante
a veces, lo confieso, / me resulta asfixiante,
¡tamaña es mi impericia!, / pero salgo adelante
con ocho en vez de siete / y la rima asonante—.
¿Por qué, pues, si preguntas, / elegí este modelo
constreñido y difícil?, / ¿por qué así me flagelo?
cuando, además, ninguno / apreciará el libelo
e incluso pondrán cara / de chupar un pomelo.
Si no voy a ganar fama / ni tampoco amistades,
¿por qué pierdo mi tiempo / en excentricidades?
Pues no hay razón alguna, / y a riesgo que te enfades
lo incluyo en el terreno, / lector, de las boutades;
y si, al fin, te parece / espantoso este escrito,
ten en cuenta en descargo / de un posible delito
que nada te ha costado, / que ha sido gratuito,
salvo el canon que pagas / al Rey del Pollo Frito
(muy justo y merecido, / eh, lector, por favor,
¡qué magnífico cantante!, / ¡y mejor presentador!).
No quiero yo que a mi costa / pueda sentir resquemor.
¡Seamos todos amigos! / ¡Vivan la Paz y el Amor!
Espero, amigo lector, / resulte de tu agrado
este pequeño texto / con que te has tropezado,
por uno de tu tiempo / mal compuesto y rimado
y subido a la Web / para ser descargado.
Si te parece antiguo, / es lo que pretendía.
pues guieme de esos otros, / maestros de clerecía,
que así como yo escribo / el de Hita lo hacía;
con otras expresiones, / pero en cuaderna vía
—que, lector, te recuerdo, / no lo tomes a mal,
es un modelo arcaico, / casi diría ancestral,
de rimar en cuartetos / consonante y vocal
y hemistiquios de siete / sílabas en cada cual;
pero aunque este tenor / debiera ser constante
a veces, lo confieso, / me resulta asfixiante,
¡tamaña es mi impericia!, / pero salgo adelante
con ocho en vez de siete / y la rima asonante—.
¿Por qué, pues, si preguntas, / elegí este modelo
constreñido y difícil?, / ¿por qué así me flagelo?
cuando, además, ninguno / apreciará el libelo
e incluso pondrán cara / de chupar un pomelo.
Si no voy a ganar fama / ni tampoco amistades,
¿por qué pierdo mi tiempo / en excentricidades?
Pues no hay razón alguna, / y a riesgo que te enfades
lo incluyo en el terreno, / lector, de las boutades;
y si, al fin, te parece / espantoso este escrito,
ten en cuenta en descargo / de un posible delito
que nada te ha costado, / que ha sido gratuito,
salvo el canon que pagas / al Rey del Pollo Frito
(muy justo y merecido, / eh, lector, por favor,
¡qué magnífico cantante!, / ¡y mejor presentador!).
No quiero yo que a mi costa / pueda sentir resquemor.
¡Seamos todos amigos! / ¡Vivan la Paz y el Amor!
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